Abstract
¿Qué ocurre si, desde Cibeles, miramos detenidamente
hacia la calle de Alcalá y, luego, nos ponemos
en marcha a lo largo de la Castellana? Tal
vez nos preguntemos, entonces, por qué la primera
calle nos ofrece una espléndida imagen, muy
conseguida y de gran atractivo, mientras la segunda
exhibe desarmonía, aspectos caóticos y, tantas
veces, fealdad. Y si esto nos hace pensar, ¿debemos
concluir que los arquitectos madrileños de
hace cincuenta o setenta años eran mejores que
los que ahora les suceden?, ¿o acaso la especulación
restringió de tal modo las operaciones arquitectónicas
y urbanas que todo quedó afectado por
su fuerza?; ¿tal vez las condiciones en que hoy se
produce la arquitectura son tan desastrosas que
la obra de calidad apenas puede existir?, ¿o es que
las ordenanzas y disposiciones urbanísticas están
mal concebidas y la arquitectura es, por sí sola,
impotente, quedando afectada incluso en sus condiciones
de imagen? Puede ser que todas estas razones,
y algunas otras, sean circunstancias que
inciden en la Castellana, pero ¿explican la arquitectura,
la ciudad que producen y la imagen en
que se manifiestan? ¿Qué ocurre en la Castellana?