Citation
Huerta Fernández, Santiago
(2016).
La ciencia medieval de las estructuras.
In: "2.º Congresso Internacional de História da Construçao Luso-Brasileira (Porto, Dezembro 2016)", 14-16 septiembre 2016, Porto. ISBN 978-989-8527-08-0. pp. 17-32.
Abstract
La construcción de iglesias y catedrales góticas no constituyó una tarea de aficionados, los constructores medievales eran verdaderos Amaestros@ y las estructuras góticas justifican este título. Aún en la actualidad, con una bien desarrollada teoría estructural, muy pocos arquitectos o ingenieros, se atrevería a Afirmar” proyectos similares.
La ciencia de la Estática no estaba suficientemente desarrollada en la Edad Media como para permitir un cálculo científico; de hecho la teoría estructural científica originada en el siglo XVII (Galileo, Hooke), comenzó a ser aplicada solo en la segunda mitad del siglo XVIII. Entonces, ¿cómo es posible que los maestros del gótico construyeran tan magníficas estructuras? Fue el proyecto de catedrales góticas un problema de pura casualidad, el resultado de un ensayo ciego de prueba y error? ¿Está, por tanto, la historia de la arquitectura gótica plagada de colapsos y de edificios en ruina? La verdad es que no fue así. Hubo colapsos, pero muy pocos en comparación con el número de éxitos. Además, hubo tantas “mutaciones”, tipos de estructura completamente nuevos, como para invalidar completamente una teoría puramente “Darwiniana” basada en la supervivencia de los diseños más aptos. El desarrollo del gótico fue revolucionario, una explosión de creatividad estructural.
Los maestros constructores del gótico tuvieron una ciencia, una teoría, un cuerpo de conocimientos que permitió el proyecto de estructuras seguras (Heyman 1995). Esta ciencia no fue “científica” en el sentido que actualmente damos a esta palabra; no fue deducida de leyes generales y principios científicos, no fue una “ciencia aplicada”. El conjunto de reglas y procedimientos fue deducido empíricamente, de la observación de edificios existentes. De hecho, el enfoque empírico que no es en su totalidad acientífico; cada edificio fue un “experimento exitoso” y la observación de ruinas y colapsos fue también muy informativa. Finalmente durante el proceso constructivo las estructuras de fábrica se movían y se acomodaban agrietándose, adaptándose por si solas a las diferentes fases de la construcción. Estos movimientos sugirieron correcciones para mejorar la estabilidad del trabajo y pudieron llevar a nuevos modelos de equilibrio.