Abstract
Existe un espacio que precede y en el que se asienta la actividad creativa de todo artista y como consecuencia, de todo arquitecto. Este espacio está directamente relacionado con ese mundo personal de las ideas que cada cuál lleva dentro y que de manera indirecta explica el origen y desarrollo de cada una de sus obras o proyectos. El objeto de este trabajo ha sido estudiar y analizar tres casos en los cuales, tres estudios de arquitectura españoles han convertido tres fábricas antiguas abandonadas en lugar de inspiración y trabajo. Siendo estos, Espai Barberi en Olot de los arquitectos RCR, El Taller de Arquitectura en la antigua cementera de Sant Just Desvern de Ricardo Bofill y la fábrica azucarera en Granada de Juan Domingo Santos. Todos ellos comparten un trinomio: espacio industrial abandonado, el cual lleva intrínseca una memoria, el lugar de trabajo que requiere una serie de condiciones específicas para poder desarrollar correctamente un proceso creativo y por último, una arquitectura, presente tanto en la manera de transformar esos espacios como en el hecho de crear nueva arquitectura desde ellos. Estos elementos se interrelacionan e influyen, solapándose en ocasiones y conduciéndonos a diferentes cuestiones tales como: ¿qué espacio busca para sí mismo aquél que crea espacios para el resto? ¿De que forma se establece la relación del arquitecto con el espacio donde crea? ¿Son las propias características del arquitecto las que eligen el lugar o es el lugar el que elige al arquitecto?