Abstract
A lo largo de los primeros años del siglo XX un tema, el que intenta analizar los efectos producidos en el individuo por la vida de las grandes metrópolis, servía para ocultar, presentándolos como superados, los conceptos de producción de la gran ciudad que poco antes había desarrollado el urbanista francés Eugenio Hénard. Desde esos mismos años, (y enfrentándose a los criterios de Simmel que plantean la intensificación de la vida nerviosa que impone la metrópoli a través de la sola presencia de un mayor número de individuos en el mismo lugar) lo que se desarrolla en una idea capitalista que ofrece la imagen de la ciudad desde un sentido posesivo, pudiendo por tanto intervenir en ella según se situen y definan los intereses de la clase. Entendiendo que ésta se caracteriza no ya por ser un objeto estético sino, por el contrario, como un lugar de tráfico de mercancias, de cambio y de consumo correspondiente a una economía determinada, desde 1920 se esbozan toda una serie de esquemas que intentan presentar a la gran ciudad tanto como objeto posible de intervención como en tanto que reflejo de una ideologia determinada.