Abstract
LA llegada a España en 1789 de Luis Yapeli, pintor de arquitectura, perspectiva y adorno en los Reales Sitios de Aranjuez y El Escorial l , puede servir de pretexto para reconsiderar la actuación y el papel jugado por los artistas franceses e italianos que trabajaron en España en los últimos años de la segunda mitad del siglo XVIII. Frente a los momentos en los que Tiepolo, Mengs o Saquetti, Sabatini o Marquet habían logrado protagonizar el mundo del arte español, la situación, a finales de siglo, varía de forma clara. De hecho, los que llegaron en los primeros momentos del cambio apenas tenían unos conocimientos teóricos superiores a los de delineantes, habiéndose formado en la práctica y copia de los viejos modelos. Ocupando los puestos directivos de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, la realidad fue que gran parte de ellos desconocían no sólo el nuevo saber, sino que incluso ignoraban el idioma, debiendo ser sus asistentes quienes impartan los cursos.