Abstract
El estrés
no es más que
una enfermedad mental
socialmente aceptada. (Richard Carlson).
Septiembre de 2018. Madrid.
Vivimos en una sociedad frenética en la que cada vez nos relacionamos menos
con el entorno natural y sufrimos situaciones denominadas estresantes. La vida
cotidiana en las urbes se ha convertido en una carrera contrarreloj en la que parece
que se llega tarde a todos sitios y apenas percibimos los que nos rodea.
A pesar de que la aparición de estrés se debe en gran parte al usuario como
individuo y su estado psicológico, nos encontramos ante diversos factores que sin
duda tienen una relación directa. Dichos factores tienen mucho que ver con los
espacios que habitamos. Puesto que la tendencia es pasar cada vez más tiempo
en espacios interiores resulta fundamental que dichos espacios favorezcan las
segregagación de hormonas que nos producen bienestar.
Por ello la intención de este trabajo se basa en investigar como sería una
arquitectura anti estrés y como serían algunos de los criterios a tener en cuenta a
la hora de proyectarla. Ya que según el INE, mas del 59% de población trabajadora
en España padece un alto nivel de estrés siendo de un 51% el promedio europeo.
Desde la arquitectura se puede contribuir a la reducción de esos altísimos niveles,
puesto que supone uno de los retos de este presente siglo.