Abstract
El acceso al agua potable es un derecho de todo ser humano y, desde 2010, es reconocido mundialmente a través de la Organización de Naciones Unidas. Este derecho, se ha ido ampliando y dotando de mayores recursos para su plena consecución. Los esfuerzos realizados cristalizaron en 2015 en los Objetivos del Desarrollo Sostenible, recogiendo en el número 6 “Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”. Para lograr este objetivo, la depuración es una etapa fundamental en el ciclo del agua, pues permite la reutilización del agua contaminada y renovar de forma más efectiva este ciclo. En España, el tratamiento de aguas residuales supera anualmente los 4.000 hm3, esto significa que se depuran 11 millones de m3 diariamente. Para este cometido, se emplean más de 2.000 estaciones de depuración. Sin embargo, aunque la inmensa mayoría funcionan dentro de parámetros correctos, existen 9 estaciones cuyo funcionamiento no está a la altura de los mínimos exigidos por la ley europea. Por este motivo, la UE sancionaba este mismo verano al Estado a una multa de 12 millones de euros a los que añadir otros 11 por cada semestre de retraso en el cumplimiento de la normativa de estas plantas depuradoras. Una de estas plantas es la del municipio gaditano de la comarca de La Janda de Barbate. Actualmente da servicio a unos 37.500 habitantes equivalentes (h.e.) pero su capacidad es únicamente de 34.500 h.e. y, se encuentra, sobresaturada. Desde el gobierno central, y más concretamente desde el Ministerio para la Transición Ecológica se promueve un plan de rehabilitación y relocalización de la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) para aumentar su capacidad y adecuar su servicio a las necesidades de la población. Por tanto, el objetivo que persigue el presente Trabajo de Fin de Grado es conseguir implantar una EDAR en el municipio de Barbate que cumpla con los requisitos legales de depuración. La EDAR que se quiere implantar debe cumplir dos requisitos, debe dar un servicio correcto, es decir, que los parámetros de contaminación a la salida de la EDAR cumplan con los requisitos legales, y que minimice su demanda energética. Para lograr estos objetivos, se han propuesto dos alternativas diferentes. La primera se basa en el aprovechamiento del biogás generado en la digestión anaerobia de los fangos generados, y la segunda en una reducción del consumo energético en el tratamiento secundario (el que más energía demanda).