Abstract
Una vez que el forraje se ha ensilado, es decir,
se ha llenado el silo o la bolsa, se han cerrado y se
han desarrollado los procesos fermentativos ya explicados en número anteriores de Frisona Española,
y la masa forrajera ensilada se ha estabilizado, en
la práctica tenemos una “conserva de forraje” lista
para utilizar cuando se precise.
Todo el proceso anterior se ha podido realizar
de forma adecuada y el forraje ensilado resultante
tener la mayor calidad. Ahora, en el momento de
la apertura del silo y de su utilización para suministrárselo a los animales, también es necesario seguir
unas adecuadas pautas para que, una vez abierto
el silo y exponerlo de nuevo al aire, la calidad del
mismo se mantenga el mayor tiempo posible.
Si en el número anterior (Frisona Española nº 230)
explicábamos las pérdidas de calidad que pueden
producirse en el proceso de siega, recogida carga
y transporte del forraje al silo, así como las que se
pueden originar en el proceso de llenado, compactación y cierre del propio silo, en este trabajo se
abordarán las causas del deterioro del silo cuando
éste se abre para su utilización y cómo limitarlas.