Abstract
El proyecto parte del estudio de la cultura material, siendo la costumbre de salir a tomar el fresco germen del trabajo, relacionándolo con su motivo termodinámico y al uso que se hace de la calle como extensión a la casa, creando una fuerte relación entre interior y exterior. El envejecimiento de la población, la pérdida de la calle como lugar social, la disminución de población activa y una economía centrada en el sector primario han llevado a numerosos barrios del municipio al abandono. Se pretende la resolución de estas situaciones mediante la creación de un programa que actúe como regenerador económico y social aprovechando y complementando la arquitectura tradicional. Se seleccionan una serie de viviendas en estado de abandono en el casco urbano como soporte del proyecto. En las cubiertas, se crea un programa productivo mediante la incorporación de una red de ligeras estructuras a modo de invernaderos que a su vez complementarán el funcionamiento climático de cada una de las edificaciones preexistentes. El producto pasará de los invernaderos de cubierta a la planta primera de transformación y a continuación a la planta baja, donde se consume y se aprende, creando un circuito gastronómico cerrado entre estratos. A su vez, la porosidad de su trama urbana hace posible la unión de los soportes a través de sus patios interiores, formando un circuito de edificaciones y patios comunicados entre sí, llevando la relación tradicional de la calle, el umbral y el patio a una escala urbana. Se genera un espacio de contrastes, unido y disgregado. Se desarrollan mecanismos ligeros e innovadores sobre una edificación pesada de tapial, utilizando herramientas nuevas y efímeras, frente a la vivienda tradicional y eterna. La arquitectura se vuelve a definir a través del hábitat, de cómo ocupamos y habitamos un lugar en el día a día de la cotidianidad. Configurando su vertiente sociocultural y perfilando los modos de uso, cambiantes, de un mismo espacio construido según las actividades cotidianas que alberga.