Abstract
En 1958 China se encuentra en un momento de liberación política al producirse su separación del comunismo ruso. Pese a suponer una oportunidad de desarrollo China se ve sumida en un estancamiento económico que podría llevar al país al colapso en menos de una década. El Partido Comunista chino, forzado por esta situación, decidió que la única salida posible era transformar un país hasta entonces eminentemente agrícola en una potencia industrial. Pese a intentar ruralizar la ciudad e industrializar el campo de una manera controlada, la enorme cantidad de población comienza a migrar hacia las ciudades aceleradamente, produciendo un éxodo del campo a la ciudad de una magnitud jamás vista anteriormente en todo el planeta. 400 millones de personas han dejado atrás un tipo de vida que se había mantenido estable durante generaciones para trasladarse a megalópolis en constante transformación. Estimulados por la apertura al mundo occidental, los hábitos de vida de los nuevos habitantes urbanos nada tienen que ver con aquellos propios de la vida en el campo que dejaron atrás. El espacio doméstico tradicional de la China anterior a 1970 iba a sufrir como consecuencia una degeneración que en 2020 ha producido un paisaje urbano sin precedentes. Los habitantes de las nuevas ciudades chinas son el mayor experimento urbano jamás acometido. Este trabajo muestra cómo se ha producido la degeneración del espacio doméstico en China, qué consecuencias tiene y hasta dónde va a llegar.