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Esteban Maluenda, Ana (2000). Madrid, años 50: La investigación en torno a la vivienda social. Los poblados dirigidos. In: "II Congreso Internacional 'Historia de la arquitectura moderna española': Los años 50: La arquitectura española y su compromiso con la historia", 16 y 17 de marzo de 2000, Pamplona (España). ISBN 978-84-89713-33-8.
Title: | Madrid, años 50: La investigación en torno a la vivienda social. Los poblados dirigidos |
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Author/s: |
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Item Type: | Presentation at Congress or Conference (Article) |
Event Title: | II Congreso Internacional 'Historia de la arquitectura moderna española': Los años 50: La arquitectura española y su compromiso con la historia |
Event Dates: | 16 y 17 de marzo de 2000 |
Event Location: | Pamplona (España) |
Title of Book: | Actas del Congreso Internacional ‘Los Años 50: La arquitectura española y su compromiso con la historia’ |
Date: | 2000 |
ISBN: | 978-84-89713-33-8 |
Subjects: | |
Faculty: | E.T.S. Arquitectura (UPM) |
Department: | Composición Arquitectónica |
Creative Commons Licenses: | Recognition - No derivative works - Non commercial |
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A principios de los años 50, Madrid empieza a preocuparse por un problema creciente en la periferia de la ciudad: la proliferación de núcleos chabolistas. Aunque en la década anterior se intentó limitar el crecimiento de los asentamientos limítrofes mediante la creación de zonas destinadas a vivienda modesta, el problema del suburbio no empieza a preocupar seriamente a la Administración hasta esta fecha. A partir del año 1953 se produce una fuerte inmigración de población campesina sobre Madrid, en su mayoría proveniente de Andalucía, que deseosa de puestos de trabajo empieza a asentarse en zonas del sur de la capital, como el Pozo del Tío Raimundo y Palomeras. Vista la situación, el Estado se ve obligado a intervenir para solucionar lo que se empieza a plantear como algo indispensable: fomentar la construcción de viviendas destinadas a las clases más humildes, incapaces de conseguir unas condiciones mínimas de salubridad e higiene en los asentamientos que estaban formando.
Pero para llevar a cabo la ordenación del cinturón madrileño era necesario un plan que ordenase y solucionase el problema de la vivienda modesta. En 1955, Luis Valero, que había tomado posesión como Director General del Instituto Nacional de la Vivienda (INV) un año antes, acepta un primer “Plan Nacional de la Vivienda” que prevé cuatro etapas u objetivos: la creación de una serie de poblados de absorción destinados a acoger, con carácter de emergencia, a una parte de la población de las viviendas diseminadas con malas condiciones constructivas; la creación de poblados dirigidos, en los que se intenta canalizar el potencial humano de constructores para utilizarlo en su propia vivienda y, de este modo, facilitar el acceso a un alojamiento digno a familias que, por sus escasas posibilidades económicas, no podían aportar la entrada inicial requerida para su adjudicación; la creación de nuevos núcleos urbanos, con un programa de construcciones de una categoría superior a las ya descritas; y la obtención de barrios completos o “barrios tipo”, una evolución de los anteriores con una fisonomía o límites especiales que les permiten tomar la denominación de barrio. Este planeamiento, unido a la reciente entrada de Julián Laguna como Comisario de Ordenación Urbana en el año 1954, provoca la creación de un conjunto de poblados en los alrededores de la ciudad con una serie de objetivos muy claros: limpiar la periferia madrileña, eliminar el chabolismo y facilitar, así mismo, la expansión de la ciudad. De las cuatro actuaciones previstas por el Plan, al final, sólo llegaron a ponerse en marcha las dos primeras. En el año 1956 se habían construido ocho poblados de absorción y estaban en marcha otros tantos. En este momento, el INV y la Comisaría deciden abordar la segunda fase del Plan, objeto real de la comunicación que se propone: la creación de una serie de poblados dirigidos.
Tras la primera operación de emergencia de los poblados de absorción, se aprovecha la superficie liberada gracias a los realojos y la experiencia de dichas intervenciones para poner en marcha el siguiente paso. En principio se podría pensar que se trataba de otra fase más continuadora de los primeros construidos tan sólo un año antes, pero la incorporación del concepto de la autoconstrucción varía totalmente su concepto. La aportación del trabajo personal en la obra de los futuros inquilinos sustituía la entrega inicial, al formalizar el contrato, del veinte por ciento del precio de la vivienda, cantidad que no adelantaba el estado. Para desarrollar el amplio programa de construcción de este tipo de vivienda económica, Laguna se rodeó de un equipo de jóvenes profesionales a los que encomendó la tarea de dar forma a la primera etapa de los poblados dirigidos. Un estupendo grupo en el que figuran Oíza, Romany, Cubillo, Sierra, Alvear, Iñiguez de Onzoño, Vázquez de Castro, Carvajal, Corrales, Molezún y García de Paredes, entre otros, serán los encargados de ser gerentes y constructores, representantes de los usuarios y hasta asistentes sociales. Ellos mismos han reconocido que la existencia de la prestación personal y la estrecha colaboración con los futuros habitantes de las viviendas contribuyó a crear un clima de euforia y de entusiasmo que difícilmente se hubiese dado en otras circunstancias.
Pero aparte de la autoconstrucción hubo otro factor que influyó en la implicación personal que supuso para los arquitectos la experiencia de los poblados dirigidos de Madrid: la posibilidad que representó en cuanto a investigación y propuesta de unas serie de tipos de vivienda muy distintos a los que se estaban llevando a cabo en España hasta el momento. Entrevías, Fuencarral, Canillas, Manoteras, Orcasitas, Caño Roto y Almendrales reúnen en sus bloques y casas unifamiliares todo un abanico de opciones que, en casos como Caño Roto, se siguen comentando como ejemplos de vivienda mínima. Independientemente de las diversas influencias que se señalan para estas tipologías de vivienda, lo que sí parece claro es que los arquitectos de los poblados adoptan los criterios del Movimiento Moderno no sólo en su plástica, sino en los conceptos de racionalismo y minimalismo que defendían.
Los poblados dirigidos constituyen una muestra única dentro del panorama general de la vivienda social de la época. No había medios materiales, y el clima social y político que se respiraba no era el idóneo para que se desarrollasen tipologías excesivamente “modernas”. Aun así, se consiguieron soluciones que intentaron adaptarse al carácter rural de los futuros habitantes de las casas, al espíritu tradicional del gobierno que las promocionaba, a la falta de presupuesto y materiales para construirlas y, sobre todo, al interés de un grupo de arquitectos con inquietudes que intentaron dar una respuesta coherente a esa situación, con un afán por producir unas arquitecturas acordes a lo que se esperaba de la época en que les tocó vivir.
Item ID: | 6348 |
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DC Identifier: | https://oa.upm.es/6348/ |
OAI Identifier: | oai:oa.upm.es:6348 |
Deposited by: | Ana Esteban Maluenda |
Deposited on: | 24 Mar 2011 08:05 |
Last Modified: | 20 Apr 2016 15:39 |