A la vanguardia del juego: las piezas de Ángel Ferrant en Caño Roto

Abstract

El compromiso del escultor Ángel Ferrant (Madrid, 1890-1961) en el terreno pedagógico fue muy significativo, con aportaciones muy diversas que van desde escritos y libros hasta juegos a pequeña y gran escala. Una de las intervenciones más importantes de su trayectoria fue un conjunto de seis piezas de juego en el Poblado Dirigido de Caño Roto (Madrid, 1957-1963), de la que caben destacar dos hechos relevantes: 1) El contexto en que se realiza, con el auge de las vanguardias europeas y la pobreza artística en España provocada por la posguerra y la dictadura. 2) Su emplazamiento, con la singularidad social y compositiva del Poblado Dirigido de Caño Roto, obra de los arquitectos Vázquez de Castro e Íñiguez de Onzoño. Ferrant acercó el espíritu revolucionario del arte vanguardista al terreno pedagógico, estimulando a los niños para que jugasen de manera diferente. La relevancia de esta obra transciende en la intención del autor, que crea un espacio en el que los niños son los protagonistas. Sin embargo, ¿fue la obra acogida como merecía? ¿Consiguió Ferrant su propósito revolucionario? Lo que es indudable es el progreso que supone esta obra en materia de arte y de pedagogía. The commitment of the sculptor Ángel Ferrant (Madrid, 1890-1961) with the educational content was remarkable, with varied contributions from essays and books to small and large-scale games. One of the most important artwork of his career was a set of six pieces for children in Caño Roto (Madrid, 1957-1963), with two relevant features worth to highlight: 1) The background in which it is executed, namely the rising of the European vanguards and the intellectual poverty caused by the post-war period and the dictatorship in Spain. 2) Its location - due to the social and compositional singularity of Caño Roto and the location of the playground , a work of the architects Vázquez de Castro and Íñiguez de Onzoño. Ferrant brought the revolutionary spirit of the Vanguardism to the pedagogical field, encouraging children to play differently. The relevance of his work transcends the author’s intention by creating a space where children are the protagonists. A question raises however: was the work appreciated as it deserved? Did Ferrant achieve his revolutionary purpose? By all means, there is no doubt about the contribution of his work to the field of art and pedagogy.