Abstract
La «profecía» con la que Wright maldijo a los
concursos de arquitectura, ¿es insoslayable? El
consenso entre los miembros de un gran jurado
internacional, ¿es, inevitablemente, lo mediocre?
Algunos de los concursos españoles de los últimos
años, por bien premiados, han estado a
punto de hacernos olvidar la maldición wrightiana,
pero debemos enfrentarnos de nuevo con ella
cuando contemplamos los premios y los proyectos
presentados al concurso para el Centro
Cultural Islámico de Madrid, recientemente fallado
y expuesto en el Pabellón de la Cámara de
Comercio1.
Para rendir cuentas de mi parecer en estas
páginas hice como si fuera un jurado más, separé,
según mi juicio, el trigo de la cizaña, quedándome,
en una primera vuelta, con 65 proyectos de
los ¡461! del total, y en una segunda, con 43. Proyectos
entre los que creo están —y a salvo de mis
posibles olvidos— los mejores, definiendo en su
conjunto el amplio abanico de lo estimable.
Comprobé que no había ninguno de los premios
en mi selección, y sí tres de las menciones —dos
de Madrid y una austríaca—, así como pocos
proyectos extranjeros