Abstract
Este estudio tratará de conectar el cómic, generalmente relegado al entretenimiento de masas, con la disciplina del arquitecto. El cómic y la arquitectura pueden parecer dos mundos que a la vista son muy distintos, pero de alguna manera conviven y se complementan. Dentro del diseño gráfico, la ilustración y el dibujo, siempre me ha llamado la atención, la ilimitada capacidad creativa de los dibujantes. En sus historietas reflejan la información del ambiente que les rodea y la transforman y manipulan a su gusto, para lograr transmitir diferentes atmosferas y sensaciones, al igual que los arquitectos mediante la construcción de espacios. Al comenzar este trabajo de investigación, empecé por preguntarme varias cuestiones: ¿Qué es lo que le diferencia de la fotografía y el cine? ¿Existe un lenguaje en común? ¿Cómo hubiese evolucionado este medio si no fuese por el avance tecnológico? Estas preguntas comienzan a diluirse al leer libros como La mirada opulenta, donde descubrí estas citas: «el pintor construye, el fotógrafo descubre» y «Con mi pluma y mi goma puedo pagarme treinta mil figurantes y decorados de catorce mil millones. No tengo más que dibujarlos.» A raíz de esto, mi interés se fue centrando en la habilidad del dibujante para distorsionar la realidad representada. Fue por esto mismo por lo que me fijé en Winsor McCay y en el reino de los sueños que es Slumberland. Con esta libertad y facilidad que le ofrecía el cómic fue capaz de girar una tuerca más y mostrar cosas inimaginables por entonces. Para romper con lo convencional, comienza con el entorno donde se narran los acontecimientos y habitan los personajes. Estos precisan de espacios construidos y es en Slumberland donde encontramos una arquitectura delirante y sorprendente. ¿El eclecticismo de la arquitectura de Slumberland es todo un producto de la imaginación de McCay? ¿Todos estos espacios fantásticos nacen del papel en blanco? ¿O realmente existe una arquitectura que se pueda asemejar a este asombroso mundo?