Abstract
En la primera época de los ayuntamientos democráticos de los años 80 se produce una gran expansión de los espacios libres en Madrid, que acompaña el crecimiento de la ciudad. Los nuevos parques públicos, diversos en tamaño y composición, pero muy abundantes y repartidos, transformarán la fisonomía de Madrid, especialmente en la periferia. En este periodo de transición y a una escala de parque de barrio, nacen los parques de La Almudena (Ciudad-Lineal) y Villa Rosa (Hortaleza) mediante licitación pública; ambos, promovidos por arquitectos de reconocido prestigio como Julio Cano Lasso y Francisco Rodríguez de Partearroyo, respectivamente. Dos parques con un germen compositivo diferente, aunque tanto en uno como en otro, se encuentran aspectos comunes y numerosas vicisitudes posteriores. Esto da lugar a un estudio crítico que refleja lo ocurrido en ambos hasta llegar a su estado actual, tras 40 años de evolución. Suscita además una interesante reflexión acerca de las fortalezas y debilidades de cada ejemplo y sobre la existencia o no de un modelo más adecuado para la ciudad.