Mitos domésticos. Revisión y actualización de los rituales cotidianos de la casa en Occidente: desde 1950 hasta la actualidad

Abstract

Se puede hablar de la casa como de una micro ritualidad política. Los espacios domésticos que habitamos se corresponden con un imaginario colectivo forjado a golpe de verdades supuestamente indiscutibles; sin embargo no se trata de certezas acabadas, si no de fragmentos de la realidad. La clave está en cuáles de ellos decidimos escoger. Vivimos en una sociedad des sacralizada, pero sacralizada a través de otros parámetros. Unos parámetros que nacen de una simbología atravesada por las lógicas de poder, y que a menudo no son pertinentes. Existe una especie de discurso verdadero sobre cómo debemos vivir, que hace falta cuestionar. Se reivindica el acto de profanación, como una posible acción para explorar nuevos signifi cados, nuevas realidades y estructuras, mediante la interpretación. Nuestras casas forman parte de una realidad que, en muchos casos, nos hemos inventado, y que se desarrolla y sujeta sobre tres pilares fundamentales: la ideología, el cuerpo, y la tecnología. Han determinado y marcado considerablemente los grandes cambios de la sociedad occidental, especialmente en los últimos años. Nuestras casas, escaparate de nuestros modos de vida, deberían ir siempre de la mano de estos grandes cambios. Sin embargo, a menudo nos encontramos con que son el fruto de narrativas históricas impuestas y muchas veces heredadas. Se hace necesaria, una revisión y en el caso de que sea oportuna, una actualización de los rituales cotidianos, cuyo marco físico es la casa. Desde una mirada situada, que parte del extrañamiento, este trabajo trata la aparente estaticidad de nuestras casas, y habla de mitos domésticos, como realidades y ficciones presentes y pasadas, que conviven a la vez. It is possible to talk about home as a political micro rituality. The domestic spaces we inhabit correspond to a collective imagination constructed by supposedly unquestionable truths; nevertheless it is not about fi nished certainties, but fragments of reality. The key is to decide which of them to choose. We live in a desecrated society, but it is sacralized through other parameters. Those parameters are born from a symbology crossed by the logics of power, that are often irrelevant. There is a kind of true discourse about how we should live, which needs to be questioned. The act of desecration is claimed as a possible action to explore new meanings, new realities and structures, through interpretation. Our houses are part of a reality that, in many cases, we have invented. It is developed and supported on three fundamental pillars: the ideology, the body, and the technology. They have determined and marked considerably the great changes in western society, especially in recent years. Our homes, showcases of our lifestyles, should always go hand in hand with these great changes. However, they are usually the consequence of imposed and often inherited historical narratives. A revision and an appropiate updating of the daily rituals is necessary. The house is the physical frame of those daily rituals. From a situated viewpoint, which starts from estrangement, this work deals with the apparent staticity of our houses, and talks about domestic myths, as present and past realities and fictions, which coexist at the same time.