Abstract
Cuando hablamos de áreas metropolitanas, existe un territorio en el mundo que sobresale por su ordenación urbanística, biodiversidad, sostenibilidad y acciones sociales conjuntas; y ese territorio es Montpellier. Su realidad física y posición en el Mar Mediterráneo es excepcional. Desde la Edad Media es una ciudad relevante que ha pasado por muchos acontecimientos históricos que hacen de ella el área metropolitana que es hoy. Las acciones de alcaldes como George Frêche en los años setenta marcan hitos sobre su desarrollo urbano, y son el inicio de las ordenaciones actuales. Los planeamientos urbanísticos son peculiares debido a sus características territoriales. Se trata de un territorio vulnerable, con una biodiversidad extraordinaria y la población más creciente del panorama nacional francés. La ordenación actual surge de estas tres singularidades y de las acciones conjuntas de la población. Montpellier es un polo de atracción que mantiene su identidad agrícola y que ha crecido de manera poco clásica. Entre otras cosas, esto es así, debido a que Montpellier toma el territorio como bien común. El hecho evita la expansión urbana desmedida y la artificialización del suelo innecesaria. Las estrategias de Montpellier han llevado consigo la recompensa de ser la ‘Capital Europea de la Biodiversidad 2011’ otorgada por la Comisión Europea.