Abstract
JLas escuelas y los aeropuertos estaban cerrados. y los supermercados se habían vaciado ante lo que se vaticinaba como la mayor nevada de los últimos cincuenta años. No había tráfico, apenas pasaban algunos taxis con cadenas, pero todos iban llenos. La nieve empezaba a desbordar los protectores de goma que cubrían nuestros zapatos cuando Roald Hoffmann y yo fuimos al fin rescatados. Nos . dirigimos a la parle alta de Broadway en busca de su madre para llevarla al fisioterapeuta. Una vez a bordo. Roald y su madre empezaron a hablar en ruso con el taxista, y yo tuve la sensación de haber presenciado esa escena con anterioridad. Enseguida recordé un poema autobiográfico de Roald que había leído el día anterior mientras volaba de Madrid a Nueva York: una mujer exhausta lleva a un niño sobre los hombros, huye por la estepa de las tropas alemanas, después de pasar quince meses escondida en un ático, y encuentra cobijo en un camión lleno de soldados rusos (June 1944. Gaps and Verges, University of Central Florida Press. 1990).