Abstract
La Puerta del Sol no fue plaza hasta el siglo XIX,
formando antaño un simple espacio libre ante la puerta
o portillo del Sol, que pertenecía a un recinto desaparecido
ya en el siglo XVI. López de Hoyos dice que fue
derribada la puerta en 1570 «para ensanchar y desenfadar
tan principal salida» (l). Durante los siglos XVII
y XVIIi' la calle de Alcalá y Carrera de San Jerónimo
señalaban la anchura máxima de aquella «plazuela»
donde convergían otras calles de menor importancia,
constituyendo desde entonces un punto de confluencia
e intenso tráfico. El edificio más importante con que
contaba aquel espacio abierto fue, hasta su demolición,
la iglesia del Hospital del Buen Suceso, siendo la única
construcción que podía ser vista con alguna perspectiva,
con la perspectiva que la vio el pintor Luis Paret
en su conocida obra «La Puerta del Sol» del Museo de
La Habana, firmada en 1773. Su reloj en lo alto de la
fachada acostumbró a los madrileños a fijarse en él
para cronometrar sus quehaceres. En la plazuela se
levantaba la famosa fuente de la «Mariblanca». Todo
ello tenía un aspecto provinciano y simpático, hasta
que la construcción de la Casa de Correos puso una
nota grave, física y moral a la vez, en aquel rincón. Física
porque el edificio con su masa hizo desaparecer
una serie de pequeñas casas que pertenecían a las manzanas
números 205 y 206, Y por otro lado su arquitectura,
débida a un extranjero, contrastaba enorwemente
con el vecino y castizo caserío. Nota también grave
moralmente porque para evitar motines como el de
Esquilache, el Conde de Aranda colocó una Guardia de
Prevención en aquel lugar. La presencia de los uniformes
y el carácter ásperamente oficial del edificio
dieron al traste con el primitivo encanto de la Puerta
del Sol.