Abstract
Transformación, cambio, destrucción; corresponden con tres de las muchas características que dan lugar a un Palimpsesto. La memoria, presente tanto en la arquitectura como en la sociedad, ha sido una de las herramientas claves a la hora de concebir el paso del tiempo. De esta manera para poder estudiarla, primero hay que comprenderla. Al remontar a épocas lejanas, al igual que las civilizaciones se han transformado, la naturaleza ha evolucionado. En numerosas ocasiones la acción misma de la naturaleza ha sido el agente transformador, sin embargo, en otras muchas es el receptor. A su vez la acción humana ha constituido la otra gran fuerza del cambio. El territorio se erosiona, se inunda, desaparece, y las ciudades evolucionan, constituyendo así un gran palimpsesto. Para comprender las huellas del tiempo, se elabora una clasificación de las mismas, organizándolas en cicatrices, estratos y collage. Corresponden con tres interpretaciones, cada una independientes, pero siempre relacionadas entre sí. Un desastre natural, un incendio, una coreografía, un libro, una ciudad, una obra de arte, representan el proceso de todo cambio. En sí mismas constituyen las huellas, concibiendo así una interpretación del tiempo, pues este es inmaterial y permanece presente en todos los aspectos. A la hora de plasmar los conceptos analizados, se escogen tres casos de estudios. Se corresponden con casos arquitectónicos donde la raíz de la transformación es causada por la necesidad de cambio, de evolución, ya sea por las infraestructuras de una ciudad, por el fin de recursos, o por la falta de una buena estructuración urbana. En numerosas ocasiones el proceso de eliminación lleva implícito una renovación, una sustitución. Sin embargo nunca se deja en el olvido la raíz que ha causado la transformación, se tiene presente en la memoria, estableciendo así unas reglas de acción ocultas en el espacio, en el territorio.