Abstract
Las zonas céntricas de las ciudades han sido las principales beneficiarias de la prosperidad del conjunto urbano. Concentran instituciones culturales, administrativas y demás servicios públicos, lo que les convierten en focos del turismo y de todo tipo de eventos. Este éxito les confiere un estatus privilegiado; son las protagonistas de las reformas y rehabilitaciones urbanas que se realizan en la ciudad. Los barrios periféricos, por su parte, se han entendido como simples adhesiones en torno a un núcleo, y rara vez como posibles fuentes de nuevos centros de interés. Las investigaciones patrimoniales realizadas en estos ámbitos no suelen profundizar en la capacidad de los hitos periféricos de generar nuevos puntos de atracción más allá del núcleo urbano; sino en enunciar una serie de elementos que por sus características históricas, culturales o científicas poseen cierta relevancia como para ser conservadas. Se requiere una visión de la periferia que aporte algo más de significado que la de una simple adhesión, que amplíe el campo visual más allá de un centro y recorra la periferia desde otro punto de vista; que comience a enunciarla, como lo que un día fue, un elemento autónomo.